1. Prueba de iluminación de "Mañanas" (color digital sobre lápiz).
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Comúnmente, se trata de dar a la vida una armonía cromática, un significado: medimos al milímetro y planeamos. Elegimos qué nos va a rodear, incluidas las amistades. Vemos todo a través del color del cristal que más nos gusta y actuamos en base a ello.
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Fuera, cada cosa tiene un color propio que arrebatará esa armonía. Por ello, ocurren accidentes en las calles; o sea, guerra. Y por mucho que un bando mire a través del cristal rojo, el bando del cristal azul seguirá viendo -siempre sin poder demostrarlo- que, evidentemente, las cosas no son rojas.
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El mayor error que encuentro es que todos creemos poder identificar tanto el cristal rojo como el azul, dando por hecho que el nuestro es el transparente.
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Si recientes estudios han demostrado que no hay dos ojos capaces de ver exactamente el mismo color, ¿no es algo presuntuoso creer en el entendimiento entre personas o, incluso, entre civilizaciones? Para mí, guste o no, la guerra es tan cruel como necesaria. Tanto entre individuos, como entre civilizaciones. Se puede no atacar a otra cultura pero jamás se podrá demostrar o fingir el entendimiento de ella. La guerra se me antoja entonces, como el último acto de locura de aquel que, desesperado, ve como todos los que le rodean niegan el único color que él es capaz de ver.
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No tenéis por qué estar de acuerdo. "Para gustos, los colores".
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(Conste en acta que tan solo una acepción de las cinco que la RAE concede a la palabra "guerra" nombra "lucha armada". No quiero hocicos exaltados)
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Dabo
[ Känzer Zyesio ]
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